Diaries of a thirty-something

Top that

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Marian
Marian

En este afán de hacer cosas diferentes, me uní a unas clases de improvisación de comedia. Estas clases son un recordatorio amigable de mis miedos e inseguridades. Es impresionante el sentido de reacción que debes de desarrollar para que funcione. Y para lograr esa reacción, tienes que permitirte solo actuar sin sobre-pensar o planear. Algo que yo calificaba como imposible de lograr.

Uno de mis ejercicios favoritos es “Top that”. Este es un juego en el que los participantes inician con un movimiento corporal repetitivo que se toma como base. Lo trastornado de este juego es que, una vez que todos simulan el mismo movimiento, tienen que decir en voz alta qué se supone que están haciendo. Hay que descontextualizar el movimiento. Para que funcione, tienes que comprometerte a una emoción y confiar en que las palabras vendrán.

Empieza el juego. Todos comenzamos simulando que estamos aspirando. “Estoy aspirando mi casa, top that” gritó R. “Estoy limpiando el jardín, top that” dijo E. en voz alta. “Estoy bailando sola en la boda de un amigo, top that” grité. “Estoy quitándole los pantalones a un chico que estaba en la misma boda y que ahora está acostado en mi cama, top that” gritó S. Todos soltamos una carcajada. “S. tu mente trabaja de una forma muy perturbadora, pero amo ver cómo funciona” dijo A.

Ha sido muy liberador. Uno aprende mucho de esas clases. Improvisación no es solo gritar cosas aleatorias. Es observar a tus compañeros. Es escuchar lo que están diciendo y reaccionar a lo que está pasando en ese contexto alterno. Es crear realidades y situaciones que rayan en lo absurdo. Cuando lo absurdo se intersecta con lo real, resuenan las carcajadas.

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Top that