En este afán de hacer cosas diferentes, me uní a unas clases de improvisación de comedia. Estas clases son un recordatorio amigable de mis miedos e inseguridades. Es impresionante el sentido de reacción que debes de desarrollar para que funcione. Y para lograr esa reacción, tienes que permitirte solo actuar sin sobre-pensar o planear. Algo que yo calificaba como imposible de lograr.
Uno de mis ejercicios favoritos es “Top that”. Este es un juego en el que los participantes inician con un movimiento corporal repetitivo que se toma como base. Lo trastornado de este juego es que, una vez que todos simulan el mismo movimiento, tienen que decir en voz alta qué se supone que están haciendo. Hay que descontextualizar el movimiento. Para que funcione, tienes que comprometerte a una emoción y confiar en que las palabras vendrán.
Empieza el juego. Todos comenzamos simulando que estamos aspirando. “Estoy aspirando mi casa, top that” gritó R. “Estoy limpiando el jardín, top that” dijo E. en voz alta. “Estoy bailando sola en la boda de un amigo, top that” grité. “Estoy quitándole los pantalones a un chico que estaba en la misma boda y que ahora está acostado en mi cama, top that” gritó S. Todos soltamos una carcajada. “S. tu mente trabaja de una forma muy perturbadora, pero amo ver cómo funciona” dijo A.
Ha sido muy liberador. Uno aprende mucho de esas clases. Improvisación no es solo gritar cosas aleatorias. Es observar a tus compañeros. Es escuchar lo que están diciendo y reaccionar a lo que está pasando en ese contexto alterno. Es crear realidades y situaciones que rayan en lo absurdo. Cuando lo absurdo se intersecta con lo real, resuenan las carcajadas.
Mabú siempre fue incansable. Corría de un lado a otro de la casa. Daba vueltas alrededor de la terraza y del jacuzzi, “uuuna, doos, treees,...” contábamos con cada vuelta concretada. Ladraba al oído cuando iba en el coche y se entretenía molestando a unos zopilotes que se acercaban a la casa. También era un perro territorial. Por mucho tiempo cohibió a Lola y en más de una ocasión nos entrometimos en sus mordidas. [...]
¿De verdad todo tiene que terminar? Incluso, cuando uno muere, en algún lado quedará algo de nosotros, aunque sea en un puñito de polvo. Un día dejas de tener los días para estar bajo las ventanas de sol, dejas de abrazar a tu familia todos los días, dejas de dar besos de buenas noches. Me gusta pensar que esos momentos nunca terminan. Prefiero pensar que se guardan en algún lugar.[...]
Tomo la bici, llueve pero al menos se están volviendo más cálidos los días. El aroma a tierra mojada está en el ambiente. Comienzo a ver los botones en las ramas de los árboles, guardando cada flor como en una cajita de aretes, con la promesa de otorgar color a quien les mire.[...]
Era un lugar muy bonito. M. había pasado más de una semana ahí y en verdad que le había gustado. Para ella, se sentía como un lugar donde uno podía estar expuesto a todo tipo de paisajes. A todo tipo de climas.[...]
El día de Valentino, como le dice E. a San Valentín, me fui sola al cine. Estar en pequeñas salas de cine por mi cuenta es de las actividades que más disfruto. “Poor things” fue la película que vi.[...]
K. y yo tomamos de forma apresurada una tasa de café. Después de no vernos por varias semanas nos vimos unos treinta minutos para ponernos al día. “K. intentaré resumir todo lo que ha pasado en pocos minutos”, le dije.[...]
Mi abuela, Jose, cumplió veinte años desde que partió. Lo único que tengo de ella es un pequeño peluche de una “changuita”. Según cuenta mi prima A., un día que iban caminando por las calles del centro histórico de la Ciudad de México, la vio en una vitrina y se enamoró de ella.[...]
I moved to this city almost a couple of years ago. It was a teenage dream I had. Then, it became an excuse to change the way I was living. It was an attempt to find myself. Ironic. I traveled, ran from conflict, from confrontation.[...]
Son poco más las 5 de la tarde, y a falta de luz solar, mi ánimo comienza a estar por los suelos. Hoy durante una usual caminata, pensé en todos los detalles que figuran en mi vida. Esos pequeños momentos que me ayudan a dar sentido a mis días, y que se transforman en energía para estos días carentes de luz.[...]
Me gusta caminar entre pasillos de árboles. ¿Alguna vez has caminado a través de uno? Es fácil encontrarlos en bosques, en parques, en cementerios o en jardines. Ahora mismo estoy escribiendo desde uno. [...]
Cuando cierro los ojos, te veo. Te veo preparando el café por la mañana. Cuando cierro los ojos, te veo sentado frente a mí, mirándome fijamente. [...]
En este afán de hacer cosas diferentes, me uní a unas clases de improvisación de comedia. Estas clases son un recordatorio amigable de mis miedos e inseguridades.
Quisiera poder conectar con alguien de la forma en la que Amy y Danny conectan al final de “Beef”. Siento que los seres humanos nos hemos llenado la cabeza de tantas creencias, [...]
Mi hermana y yo decidimos comenzar a leer algo juntas. Ella y yo, nos volvimos mucho más cercanas desde un par de años antes de que la pandemia ocurriera.
P., T. y yo nos encontramos en un pequeño cine cerca del Wildenbruchbrücke. Vimos una película titulada “Past Lives”. Las tres teníamos edad suficiente como para saber cómo se sentía una ruptura amorosa.